Tres vacas anduvieron sueltas! Cuatro días de paseo, de pastal en pastal comiendo lo que encontraban a su paso; llegaron a La huerta a comer el Maíz, la arveja y el Frijol -ya listos para cosechar-; del resto no se interesaron, pisotearon pero no comieron.
Después de comer (2:00 am), se echaron a dormir en el robledal! A la mañana Adriano procedió llamando a la policía; dictaminaron llevarlas al COSO!
Se las llevaron al sitio de reclusión en Tinjacá; Se levanto un acta y se tomaron fotos de las implicadas.
Finalmente, William Mendieta -que vive en Ráquira y tiene una propiedad en Ollerías-, encontró sus vacas ya recluidas. Las había echado de menos hacia unos días, pero no tantos como les duró esta aventura; son muy ariscas dice, saltan cercas, son andariegas y no sirven para el ordeño, viven solas en el potrero.
La devolución de las vacas fue condicionada a un arreglo sobre los daños causados.
El sábado 27 de febrero a eso de las 5.30pm se presentaron a la Huerta William Mendieta y su amigo Juan Ruiz. Nos sentamos a la mesa, conversamos sobre el suceso y negociamos los daños causados. Sobre un estimado de $450.000 -entre pagos a quienes llevaron los animales, el tiempo de idas y venidas con la policía y el valor de la siembra perdida-; propusimos un valor, entre argumentos y regateo plantamos en $180.000.
La disposición de ambas partes a negociar amigablemente nos permitió llegar a un buen acuerdo; asi es mejor un estrechón de manos pensamos las dos partes. Nos despedimos y procedimos a planear la nueva siembra.
Los encuentros y las reciprocidades en la mesa enmarcan también estas negociaciones y acuerdos. La huerta y las semillas resisten los embates, lo importante es la buena disposición al encuentro.