Fecha: Julio 17 de 2014
UN LIBRO Y UNA PLANTA. UN ENCUENTRO PARA EL INTERCAMBIO
El arte construye objetos y experiencias que nos congregan con el fin de que seamos, no solo testigos, sino participes de los asuntos comunes, necesarios y comprensibles –o incomprensibles– a todos. Los encuentros son un medio de interconexión que potencia la creación, la circulación y el intercambio en virtud de una relación estética y nuestra incidencia en la tierra. La huerta es un lugar construido, es la tierra que anima los vínculos entre las maneras de ser –los hábitos–, y los modos de hacer nuestro hábitat.
El grupo integrado por Juanita, Laura, Isabella, Santiago y Trixi, partió a las seis de la mañana de Bogotá rumbo a la Huerta en la Vereda Peñas alto, municipio de Tinjacá, Boyacá. A la llegada, después de tres horas de viaje, desayunamos y visitamos la siembra, caminamos las cercanías y, una vez reunidos Adriano, Adriana, Natalia, Omaira, Gilberto, la Señora Ana María e Iimelda -vecinos de la región- nos sentamos a la mesa.
Mientras Adriana ayudaba con el asado del almuerzo nos presentamos y contamos el motivo de atender al encuentro. Hubo comentarios sobre las dinámicas del Agraz -planta nativa y silvestre asociada al bosque de Robles-, se mencionó que el cultivo de trigo fue tradición de varias generaciones, se habló de la sequía y las fuentes de agua, se explicó el interés de usar semillas tradicionales para el pancoger en cambio de semillas comerciales para plantaciones productivas como la del tomate.
El almuerzo finalizó pero la conversación se fue convirtiendo en el intercambio alrededor de La mesa. Plantas, semillas y documentos desplazaron platos y cubiertos. La mesa fue el centro de circulación.
La actividad llevo a Imelda a revisar las plantas y pronto llamó la atención sobre la arracacha sembrada “ya hace un año!”, así que manos a la obra y procedimos con el azadón a sacar el tubérculo. Tras una prueba de madurez la planta fue repartida en pequeños trozos para nuevas siembras y tubérculos para ser cocinados.
El evento propuso que la dinámica del intercambio siguiera en próximas visitas, que se realizaran otras actividades con semillas extensivas a conversatorios, presentación de videos, conferencias y recorridos por la vereda para conocer procesos asociados. Un hasta luego y apretón de manos señaló el momento de la despedida ya entrada la tarde.
Al referir La huerta a los procesos de circulación se redefine el valor de la siembra. El intercambio y la reciprocidad le otorgan un lugar, no solo a la práctica productiva, sino a la historia y a las narrativas. La mesa en un centro donde confluyen la migración, la transición, la producción y el mestizaje, dinámicas que fortalecen el territorio y lo convierten en un proyecto de referencia local.